Lo que te sostiene

Hay momentos en los que la vida te obliga a elegir. Y otros en los que, simplemente, te susurra: para. Durante años, el amor por los caballos fue lo que me sostuvo. No como una afición, sino como un ancla.

Me recordaban que la fuerza no siempre hace ruido. Que el liderazgo no se impone, se transmite. Y que la libertad tiene cuerpo, aliento y, a veces, crin. Fueron ellos quienes me enseñaron a decidir sin miedo. A confiar en lo que no se ve. A saber cuándo avanzar… y cuándo quedarse quieta.

En el camino de construir proyectos, marcas o mensajes, a veces te olvidas de vivir. Confundes constancia con prisa. Éxito con agotamiento. Renuncia con madurez. Y sin darte cuenta, vas cediendo espacio al deber y dejando atrás todo eso que alguna vez te dio sentido.

Esta entrada no viene a hablarte de comunicación. Viene a hablarte a ti. A preguntarte qué te sostiene. Qué te recuerda quién eres. Qué te da ganas de seguir, incluso cuando el plan se tambalea.

A veces, tomar decisiones no se trata de cambiar de rumbo. Sino de volver a casa. Aunque esa casa tenga olor a campo y la mirada honesta de un caballo recostado junto a ti. Que todo lo que elijas, te mantenga viva.

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